Goldman Sachs predijo esta semana que la eurozona crecerá a un ritmo más rápido que Estados Unidos en 2022, proyectando una tasa de crecimiento del 4,4% para la UE y sólo un 3,5% para el PIB estadounidense.
La última previsión del Banco Mundial, también de enero, sigue viendo a Estados Unidos por delante, aunque sólo por un estrecho margen del 0,1%, mientras que las nuevas perspectivas del FMI aún no se han publicado.
Aunque todavía no se sabe quién ganará a quién en cuanto a crecimiento económico este año, Katharina Buchholz, de Statista, señala que hay otros indicadores que ya muestran el creciente poderío económico y la importancia internacional de la eurozona.

El valor de las transacciones de pago globales en euros se ha ido acercando al del dólar estadounidense, según datos de la red de pagos internacionales Swift, lo que apunta a una mayor actividad en torno a la moneda.
En octubre de 2020, el valor de las transacciones en euros llegó a adelantarse al del dólar estadounidense, y aunque eso no duró mucho, la brecha entre las dos monedas en el escenario mundial se ha reducido considerablemente desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
Entre las posibles razones para ello se encuentran los esfuerzos coordinados de la UE para apuntalar su economía en la crisis actual y su continua política fiscal de interés cero. Mientras tanto, la fe en la economía estadounidense y su crecimiento se tambalea, según la CNBC, ya que continúa la incertidumbre en torno al paquete económico «Built Back Better» del Presidente Joe Biden.
Si se consideran estrictamente los pagos entre dos actores de diferentes zonas monetarias -excluyendo así los pagos internacionales entre diferentes países de la zona euro-, el dólar estadounidense sigue conservando una mayor ventaja como moneda de comercio mundial.
La diferencia con el euro se situó en torno al 3% del valor de las transacciones en noviembre de 2021. Sin embargo, los economistas se han mostrado sorprendidos por el éxito internacional general del euro como segunda moneda fuerte, ya que el dólar estadounidense se consideró durante mucho tiempo la moneda comercial internacional singular.
Entre la creciente inflación, el auge de la criptoeconomía y la falta de confianza en las acciones de la Reserva Federal, el dólar va perdiendo fuerza, abriendo la puerta a nuevas divisas y sistemas financieros.