
Es bastante evidente que las instituciones globalistas están obsesionadas con la Inteligencia Artificial como una especie de profecía tecnológica. La abordan como si su potencial resultara casi sobrenatural y a con frecuencia sostienen que todas las innovaciones industriales y sociales significativas del futuro próximo deberán su existencia a la IA.
El Foro Económico Mundial considera que la IA es la clave del auge de lo que denominan la "Cuarta Revolución Industrial".
En su opinión, no puede haber progreso humano sin la influencia de los algoritmos de IA, que hacen que la aportación humana sea casi obsoleta. Este delirio es promovido a menudo por los propagandistas globalistas. Para entender mejor esta obsesión podemos tomar en cuenta la opinión de Yuval Harari, miembro del FEM, quien cree que las IA tienen capacidad creativa que sustituirá a la imaginación y la innovación humanas. No sólo eso, sino que Harari ha sostenido sistemáticamente en el pasado que la IA dirigirá el mundo mucho mejor de lo que jamás podrían hacerlo los seres humanos.
Los ejemplos de Harari sobre la creatividad de la IA pueden sonar a ingenuidad extrema para muchos de nosotros, pero él sabe exactamente lo que está haciendo al tergiversar las capacidades de los algoritmos.
Juegos de lógica ¿Inocente entretenimiento o enseñanza para las IA?

Juegos como el ajedrez y el Go son juegos de patrones restringidos por reglas, sólo hay un número determinado de permutaciones de estos patrones en un escenario dado y la IA es simplemente más rápida que la mayoría de los humanos a la hora de detectarlos porque es para lo que ha sido diseñada por los creadores de software. Esto no es diferente de resolver una ecuación matemática; sólo porque una calculadora sea más rápida que tú no significa que sea "creativa".
Hay una gran diferencia entre automatización cognitiva y autonomía cognitiva. La IA es pura automatización; jugará a los juegos para los que está programada y aprenderá a jugarlos bien, pero nunca tendrá un día una epifanía y creará un juego nuevo y único desde cero a menos que esté codificada para hacerlo. La IA nunca se divertirá jugando a ese nuevo juego que ha creado, ni sentirá la alegría de compartirlo con los demás, así que ¿para qué molestarse? Nunca intentará contribuir al mundo más de lo que está programada para hacer.
Sin embargo, la forma en que los globalistas promocionan la IA es muy táctica. Cuando Harari afirma que muchas personas pasarán a formar parte de la "clase inútil" una vez que la IA se haga con el control de la economía, está aludiendo a otra ideología globalista basada en el elitismo: el transhumanismo. El objetivo del transhumanismo es fusionar algún día los cuerpos y las mentes humanas con la tecnología y la IA, y sólo un grupo limitado de personas tendrá los recursos para lograrlo.
La realidad de la IA más allá de las fantasías utópicas globalistas
Como punto de referencia de por qué la IA está sobrevalorada por los globalistas, todo lo que tenemos que hacer es mirar el comportamiento de programas de IA como ChatGPT; se ha descubierto en numerosas ocasiones que el algoritmo contiene sesgos políticos extremos siempre inclinados hacia la extrema izquierda, incluyendo sesgos basados en creencias no respaldadas en modo alguno por pruebas científicas.
Curiosamente, ChatGPT incluso a veces muestra una respuesta aparentemente hostil a conceptos conservadores o hechos inconvenientes. El bot NEGARÁ entonces que está dando opiniones personales, incluso cuando sus respuestas son sistemáticamente pro-izquierdistas.
¿Cómo es posible la parcialidad política de un software a menos que haya sido programado para mostrar esa parcialidad? No hay objetividad en la IA, ni creatividad, simplemente regurgitará las opiniones personales o los prejuicios de las personas que la crearon y así es como procesa los datos.
Puede que esto no parezca un gran problema cuando se trata de un simple chatbot o de la creación de dibujos animados. Pero es un problema enorme cuando empezamos a hablar de la influencia de la IA en las políticas sociales y gubernamentales.
Los globalistas argumentan que la IA estará en todas partes: en los negocios, en las escuelas, en las operaciones corporativas, en las empresas científicas e incluso en el gobierno. DEBE dirigirlo todo. ¿Por qué? En realidad no dicen por qué, aparte de hacer vagas promesas de avances increíbles y beneficios antes inimaginables.
Los usos de la IA se limitan realmente a ayudar a los humanos con tareas sencillas, pero sigue teniendo un coste. Un coche autoconducido puede ser estupendo para una persona con discapacidad física, pero también puede ser una muleta que convenza a la población de que nunca aprenda a conducir por sí misma.
Por extensión, la IA es en muchos sentidos la ULTIMA muleta que conduce a la tiranía definitiva. Si se convence a la gente de que ceda a la automatización los procesos humanos normales y las oportunidades de tomar decisiones, entonces habrán cedido sus libertades a cambio de comodidad.
Y lo que es más importante, si se permite que los algoritmos dicten gran parte de las decisiones y conclusiones, las personas dejarán de sentirse responsables de sus actos. Independientemente de las consecuencias, lo único que tendrán que hacer el resto de sus vidas es decirse a sí mismos que sólo seguían las sugerencias (u órdenes) de la IA. De esta manera, se convierte en una forma de conciencia colectiva externa, una brújula moral artificial para la mente colmena.
Una pregunta importante que no podemos ignorar es entonces , ¿quién controlará realmente esa brújula moral y embotellará las decisiones de millones de personas? ¿Será la IA o las élites detrás de la cortina que manipulan el algoritmo?

La comodidad de tener un sistema que toma decisiones difíciles por nosotros es un factor obvio, como se ha mencionado anteriormente. Pero la gobernanza de la IA no consiste solo en eliminar opciones, sino también en eliminar la información que podríamos necesitar para estar lo suficientemente formados como para tomar decisiones. Lo hemos visto recientemente con las restricciones de la pandemia de covid y de los gobiernos, medios corporativos y medios sociales. Los conglomerados de medios de comunicación web, desde Facebook a YouTube, utilizaron ampliamente algoritmos para interrumpir el flujo de información que pudiera ir en contra de la narrativa oficial.
En algunos casos, la censura se dirigió a personas que simplemente hacían preguntas pertinentes o planteaban teorías alternativas. En otros casos, la censura se dirigió directamente contra datos objetivos que eran contrarios a las políticas del gobierno.
Una clara evidencia de esto puede verse en la censura que se ha vivido en los últimos años con todo lo referente al COVID-19. Cualquier información alternativa a la expresada por los gobiernos fue eliminada y por lo tanto la IA no fue alimentada con esta información.
Por suerte, a diferencia de los bots, la inteligencia humana está llena de anomalías: personas que actúan con intuición y escepticismo para cuestionar afirmaciones preconcebidas o fabricadas. La falta de información contraria provoca inmediatamente la sospecha de muchos, y esto es lo que los gobiernos autoritarios a menudo se niegan a comprender.
La absurda promesa globalista

La gran promesa de los globalistas en nombre de la IA es la idea de un Estado puramente objetivo; un sistema social y gubernamental sin prejuicios y sin contenido emocional. Es la idea de que la sociedad puede ser dirigida por el pensamiento de las máquinas para "salvar a los seres humanos de sí mismos" y de sus propias debilidades. Es una promesa falsa, porque nunca existirá una IA objetiva, ni ninguna IA que comprenda las complejidades del desarrollo psicológico humano.
Además, el sueño globalista de la IA no está impulsado por la aventura, sino por el miedo. Se trata del miedo a la responsabilidad, el miedo al mérito, el miedo a la inferioridad, el miedo a la lucha y el miedo a la libertad. Los mayores logros de la humanidad son admirables porque se consiguen con contenido emocional, no a pesar de él.
Es ese contenido el que nos inspira a adentrarnos en lo desconocido y superar nuestros miedos. El gobierno de la IA y una sociedad integrada en ella no serían más que una acción desesperada para negar la necesidad de la lucha y la voluntad de superación.
Los globalistas están más que encantados de ofrecer una salida a la lucha, y lo harán con la IA como rostro de su benevolencia. Todo lo que tendrás que hacer es intercambiar tus libertades y quizás tu alma a cambio de no tener que enfrentarte nunca al terror absoluto de tus propios pensamientos silenciosos. Algunas personas, por desgracia, creen que es un intercambio justo.
Fuente: Zero Hedge
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